Cuando hablamos de Autismo y de personas con autismo estamos hablando de un conjunto de alteraciones semejantes, pero cuya manifestación varía mucho en grado y forma de unas personas a otras.
Por lo tanto, la idea de tomar el Autismo como un continuo (espectro) más que como una categoría única, nos ayuda a entender que, cuando hablamos de Autismo y otros Trastornos Generalizados del Desarrollo, estamos empleando términos comunes para hablar de personas muy diferentes.
El término «Espectro Autista» fue empleado por primera vez por Lorna Wing y Judith Gould en el año 1979. Lorna Wing en 1988 expuso que las personas situadas en el espectro son aquellas que presentan:
Los Trastornos del Espectro del Autismo (TEA) son trastornos complejos que afectan al desarrollo del sistema nervioso y al funcionamiento cerebral, especialmente en los aspectos relacionados con el procesamiento de la información que proviene de los estímulos sociales.
En los últimos años, y gracias a los avances en el conocimiento disponible en relación al Autismo y a otros Trastornos Generalizados del Desarrollo, se han producido modificaciones conceptuales que progresivamente han incorporado el término «Trastornos del Espectro del Autismo» (TEA) para referirse de manera más amplia a este tipo de trastornos.
Con esta concepción se enfatiza la específica alteración en el desarrollo social que implican, así como la gran heterogeneidad en la presentación clínica de los síntomas y en las necesidades de las personas que los presentan.
En la actualidad, no es posible determinar una causa única que explique la aparición de los TEA, pero sí la fuerte implicación genética en su origen. La gran variabilidad presente en este tipo de trastornos apunta también a la relevancia que puede tener la interacción entre los distintos genes y diferentes factores ambientales en el desarrollo de los TEA, pero por el momento, estos elementos no se encuentran claramente identificados, y aún es necesaria mucha investigación al respecto.